LA PAZ Y LA RECONSTRUCCIÓN DEL PAÍS
(Asamblea Nacional Constituyente)
Por: Huber Ballesteros
¿Hacia dónde va nuestro país, o hacia donde lo lleva esta clase política
corrupta? Es la pregunta con la que amanecemos todos los colombianos. Todos los
días surge un nuevo escándalo, de proporciones mayores que el anterior.
Los
últimos meses han sido para nuestra sociedad particularmente difíciles por el
número tan grande de hechos de corrupción que se han destapado en los medios de
comunicación; y eso, que sólo son los que alcanzamos a conocer.
Lo que ocurre en la Policía Nacional va mucho más allá de las preferencias
sexuales de sus miembros y ha venido siendo acallado por el gobierno. La
vinculación con grupos de crimen organizado a todos los niveles, ha sido de
alguna manera, puesto en un segundo plano frente a lo que ocurre con la
denominada "comunidad del anillo".
A la venta de ISAGEN, le siguió el destape de uno de los mayores robos al
erario público en la ampliación y modernización de la refinería de Cartagena
(REFICAR) Apropiación ilícita de recursos, a pocos kilómetros de donde los
niños mueren de desnutrición y falta de atención médica.
No son pocos los escándalos que han rodeado al gobierno en diferentes niveles e
instituciones; la situación en las cárceles donde al robo continuado de sus
funcionarios se agregan las torturas, los tratos inhumanos y la complicidad de
la guardia con crímenes como los ocurridos en la cárcel la Modelo de Bogotá.
Nuestra situación como país es tan grave en materia de corrupción, que el
Defensor del Pueblo se vio obligado a renunciar por las acusaciones sobre acoso
sexual al igual que ocurrió con el Director General de la Policía; y el
Procurador, hace malabares burocráticos para que el Consejo de Estado no lo
destituya por haber sido elegido de forma fraudulenta para su segundo periodo
al frente de ese cargo.
Del aparato judicial no hay nada bueno que decir; permanentemente Jueces y
Fiscales son detenidos o destituidos por estar involucrados en casos que
demuestran no sólo la politización de la "justicia" si no como las absoluciones
y la libertad tienen un precio que se paga con dinero en efectivo.
Frente a esta situación, el gobierno tiende cortinas de humo para tapar la
podredumbre del régimen; y busca la "solución" gravando a los colombianos con
nuevos impuestos, haciendo recortes a la inversión social y el gasto público:medidas
que serían innecesarios si se atacase, de frente y con decisión la corrupción
política que desangra el presupuesto nacional en once (11) billones de pesos al
año.
En medio de todo este desbarajuste institucional que configura un Estado
inviable, que ha caído en manos de las mafias de contratistas y funcionarios
corruptos; el presidente Juan Manuel Santos tiembla y pierde los estribos, cada
vez que un uribista hace criticas al proceso de paz.
Esas vacilaciones del primer mandatario frente al proceso de paz, y esa actitud
pusilánime para defender lo que según él, ha sido su principal objetivo de
gobierno, dejan muchas dudas sobre la verdadera voluntad y autoridad que tiene
para emprender las reformas institucionales que se requieren para que los
acuerdos de paz, que han de firmarse en la Habana, nos conduzcan a una paz
cierta, estable, duradera y con justicia social.
Precisamente, por la desconfianza que los colombianos tenemos en esta burguesía
corrupta, apátrida, traicionera y violenta, es que se hace necesario, casi que
indispensable la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
Sólo la intervención de pueblo en su condición de constituyente primario puede
decidir sobre los cambios que nuestra sociedad requiere para superar la crisis
que ha hecho ilegitimo al Estado Colombiano.
Cárcel la Picota febrero 24 de 2016.